Miro al
pasado con nostalgia,
viéndome
desde fuera,
como en el
reflejo de un escaparate.
Lo que en mi
presente se presenta
tiene una
cualidad rara e inquietante,
aunque todo
sea lo mismo de siempre.
Lo obvio se
viste de extrañeza,
como si la
rareza de que las cosas sean como son
y el
inagotable ritmo de la vida
no encajasen
con mis pasos
vacilantes,
indecisos,
confundidos.
¡Ojalá esto
fuese una invención!
Yo, que de
niño leía historias de miedo,
no
sospechaba aún que me convertiría
en el
asustado protagonista de una realidad
que supera
extraordinariamente la ficción.
Y mientras
la vida teje sus paradojas inescrutables,
yo me dejo
llevar por su corriente,
temeroso y
enfadado,
anhelando el
Eros universal,
cuya fuente
solo podré hallar
dentro de mí
mismo.
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