Tratando de atrapar una lagartija,
me quedé únicamente con su cola.
Me quedé espantado al ver que nada fija
estaba, como lombriz danzante y loca.
El pedazo de carne se resistía
a dejar esta vida y luchaba como
queriendo distraer a la muerte fría
que rápidamente a todo da reposo.
Progresivamente su baile cesaba,
y los serpenteos se iban deteniendo
y al final esa quietud que siempre acaba
acabó y venció su postrer movimiento.
Con tanto afán que vi,
admirables y patéticos esfuerzos,
pensé: "Después de todo no es baladí
querer vivir después de muerto".
No hay comentarios:
Publicar un comentario