Cuando te pinches
solo mira la espina.
No hay nadie a quien culpar,
ni siquiera a ti.
¿Quién podrá quejarse entonces?
¿Quién buscará la causa?
¿Quién rechazará el dolor?
¿Quién buscará revancha?
A mí todos los miedos,
a mí todas las penas,
que yo sabré amarlos,
haciendo de tripas, corazón.
Después no quedará nada,
pues nunca hubo nada.
La música del viento,
una nube que pasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario