En las
arenas movedizas de la mente,
vuelve el
paso inseguro.
Se cree que
ya confía
y asoman de
nuevo sus espejismos.
Este que se
busca a sí mismo
lo deja todo
atrás para internarse
en la
tormenta de arena.
Enfrenta su
ignorancia, momento a momento.
La pura vida
le arrastra y le sacude y le aquieta.
Este que se
busca a sí mismo ya no se conforma
con oasis
pintados por la sed.
Este que se
busca a sí mismo ya no se conforma
con la paz de
la arena mullida al atardecer.
Este que se
busca a sí mismo busca
la paz del cielo
vacío, y al fin cierto.
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