Afina tu
cuerpo como una guitarra.
Cada
sensación devuélvela al vacío,
para que
suene, para que vibre en ti.
Toca todas
tus cuerdas,
permite la armonía
y la discordia,
colorea el
aire con un soplo de ti.
Acaricia,
pulsa y rasga cada poro de tu piel
para que el
calor y el frío salgan,
mezclándose
en el aliento único
de tu ser
que es vivido y amado.
Camina con
tu cuerpo marcando
el ritmo de
la existencia universal,
que danza y
se detiene en seco
y se sienta a
escuchar
los ecos de
la música regalada,
la que es
sin principio,
la que es
sin final.
He echado un vistazo a tus últimas entradas y me ha parecido precioso lo que escribes! Gracias por publicarlo Yago :)
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Estrella Difusa. 😊
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