Hoy, fregando los platos, he visto el chorro del grifo caer con fuerza
sobre la suciedad de una cacerola. A medida que ese chorro de transparente amor
se vertía concentradamente sobre el cacharro, el brillante metal volvía a
surgir de entre las manchas de confusión. Pero esto era un proceso gradual e
insistente. Una transformación que tenía lugar en el tiempo. Sin embargo, yo sé
que el tiempo es ilusorio. Existe una puerta para acceder a esa transformación
en mí y esa puerta está aquí, a cada instante. Pero los instantes pasan. Y yo
sigo esperando una sensación que nunca llega.
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