Un tallo asoma,
tímido, en la tierra negra.
Lo estoy
regando cada día, con cariño.
El tallo se
expone al sol, a la lluvia y al viento.
Puede
convertirse en una flor hermosa
o puede
morir mientras crece.
No importa.
Es bello así, como lo vemos ahora,
incipiente.
Como ese
tallo,
yo estoy
creciendo,
muy
despacito,
al sol de la
juventud,
a la lluvia
del llanto,
al viento de
la adversidad.
Sí, estoy
expuesto a las circunstancias,
pero ya no
me confundo con ellas.
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