Los barrotes
de esta celda están siendo pensados.
Tócalos.
Parecen tan sólidos…
A veces te
enfadas y sacudes la cancela,
exigiendo tu
libertad.
Un preso
amable ha venido hoy,
diciendo que
aceptes la prisión,
que la
cárcel ni siquiera existe,
y te has
sentado resoplando en el camastro,
sintiendo
toda tu impotencia.
Los barrotes
siguen ahí.
Detrás, la cálida
luz de un pasillo.
Y en tu corazón,
el sentimiento de que, por momentos,
los barrotes
ondulan y se desvanecen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario