Vistas de página en total

jueves, 24 de marzo de 2016

Cara a cara en la biblioteca



Jaime se sentó en el único escritorio que quedaba libre en la segunda planta de la biblioteca. Enfrente de él, una chica rubia trabajaba con su ordenador portátil. Una lámpara de mesa se erigía cual celosa muralla entre el rostro de Jaime y el de la chica. Jaime únicamente podía ver su boca, en forma de “u”. La chica extrajo una manzana de su bolso y le dio un crujiente mordisco. El acordeón de sus labios tocaba una crepitante canción cada vez que le daba un nuevo mordisco. Cuando ya había ingerido aproximadamente la mitad del alimento, dejó la manzana sobre una servilleta arrugada y le dio un trago a su botella de agua. El líquido llevó a cabo el trayecto por la laringe con normalidad, acompañado por movimientos acompasados de la nuez. La chica pertenecía a esa clase de estudiantes que escuchan música mientras realizan tareas académicas, y ahí estaban los auriculares de disc jockey, como una diadema de incomunicación, como un puente musical sobre los áureos arroyos de su cabello. 


Fue entonces cuando, inclinándose hacia su izquierda, la chica apoyó el pómulo sobre su indiferente mano y Jaime pudo admirar sus ojos, azul anochecer, que recorrían con avidez la pantalla de su portátil. Un instante después, sus pupilas se clavaron en las de Jaime. La turbación le obligó a apartar la mirada en el acto, como se aparta la mano cuando se toca accidentalmente una sartén caliente, y en los segundos subsiguientes, mientras fingía estudiar atentamente el papel que tenía delante, Jaime fue arrastrado por un volcán de vergüenza, que sepultó su atrevimiento en las cenizas de una falsa circunspección. Tras varios prudentes segundos de pose estudiantil, volvió al ruedo y se encontró con que la mirada de la chica había vuelto a quedar absorta en el portátil. Sin embargo, en sus labios había aparecido una tenue sonrisa, una curva beatífica que sanó instantáneamente las turbulencias internas de Jaime. Y después de aquello, se puso a trabajar, con ánimo renovado, en sus deberes académicos.