Vistas de página en total

domingo, 9 de abril de 2017

Abrazo mutante


Vamos a abrazarnos. No como antes, no un abrazo torpe y apremiado por las circunstancias y los rostros mirando. Vamos a hundirnos en un abrazo sin tiempo y sin público. Vamos a abrazarnos como si solamente supiéramos hacer eso, estar pegados el uno al otro, sintiendo la tibieza de nuestros cuerpos, sin preocuparnos de que tu pelo se quede adherido a mis labios o de que la altura de mis manos en tu cintura rebase el límite que marca el pudor. Vamos a agarrarnos con firmeza, sin soltarnos ni un segundo, deseando que nuestra unidad no desaparezca. Vamos a seguir abrazándonos, aunque nos cansemos y nos quedemos como muertos en los brazos del otro. Vamos a permanecer mucho tiempo abrazados, hasta que parezca que esas uñas pintadas son mías y que estas piernas vellosas son tuyas. Vamos a disolvernos en este abrazo, hasta que tenga la impresión de que tu piel es una prolongación de la mía y de que tengo cuatro brazos y cuatro piernas, enrollados en torno a los dos ombligos que se besan, siendo todo yo y toda tú una criatura bicéfala que solamente sabe amar. Y así, monstruosamente unidos, vamos a volver al origen, al centro de quienes somos, hasta que la propia noción de nosotros se vuelva vaga e inútil. Vamos a seguir abrazados en una sola respiración, sintiendo las mejillas como un cálido trasvase de afectos silenciosos, convirtiendo la caricia en nuestro único lenguaje. Vamos a abrazarnos para siempre, hasta olvidar que un día estuvimos separados.