Mira el pensamiento “Esto no debería
estar pasando”.
Mira todo el sufrimiento que genera.
Es innecesario.
Confía en que toda actualización es
sagrada.
Uno pretende que sabe de la vida,
pero la vida es experta en deshacer
pretensiones a casa paso.
Tan solo respira, respira el instante,
aunque esa voz te diga que es el peor de
tu vida.
No te creas lo que sucede en tu cabeza.
Es solo un teatro de títeres.
Observa como tememos lo malo
y anhelamos lo bueno,
sin tener ni idea de qué es una cosa ni
la otra.
¿Quién es el malo de la película?
¿Quién el justo salvador?
¿Quién la doncella en apuros?
¿Y quién el ciego narrador?
Es tan fácil entretenerse con el drama,
llorar en la butaca y reír con el bufón.
Y cuando al fin termine la función,
se marcharán todos los personajes,
dejándonos vacíos y silenciosos,
en el teatro que ya no será teatro,
sino puro espacio interior,
docta ignorancia,
plenitud luminosa,
jolgorio universal.