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martes, 26 de diciembre de 2017

Sabia cocción



Ya vuelven los dolores de mi invisible parto.
Ya nacen los ardores que me incendian el alma.
Ya clarean los albores que anuncian mi pena.
Poco le importa todo esto al que ya se conoce
cada pulgada del proceso, sus pasos en falso.
Roba cada estrella del firmamento una nube
abominable que no se ve pero se siente.
Un rugido feroz surge de las entrañas
para sacudir los cimientos de la personalidad.
Mi otro yo en el espejo me mira fijamente,
impasible a estos seísmos interiores.
¿Qué extraña locura es esta que desconoce
lo conocido y conoce lo inconcebible?
-Nada, nada, no es nada -dicen los médicos.
-Todo, todo, lo es todo -dice la mente,
confundida y exhausta.
Este camino de mi vida
que se desdobla como la carretera
vista por unos ojos borrachos,
me va guiando ciegamente
al Amor sin par y sin dobleces,
a la Paz sin nombre y sin causa,
al cielo de los bienaventurados.
Se está cociendo, muy a fuego lento,
un glorioso despertar.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Umheinlich



Miro al pasado con nostalgia,
viéndome desde fuera,
como en el reflejo de un escaparate.
Lo que en mi presente se presenta
tiene una cualidad rara e inquietante,
aunque todo sea lo mismo de siempre.
Lo obvio se viste de extrañeza,
como si la rareza de que las cosas sean como son
y el inagotable ritmo de la vida
no encajasen con mis pasos
vacilantes,
indecisos,
confundidos.
¡Ojalá esto fuese una invención!
Yo, que de niño leía historias de miedo,
no sospechaba aún que me convertiría
en el asustado protagonista de una realidad
que supera extraordinariamente la ficción.
Y mientras la vida teje sus paradojas inescrutables,
yo me dejo llevar por su corriente,
temeroso y enfadado,
anhelando el Eros universal,
cuya fuente solo podré hallar
dentro de mí mismo.

martes, 12 de diciembre de 2017

Nada



Quisiera escribir un poema sobre nada.
Alienado con la nada en la que nada mi vida,
película extranjera sin subtítulos,
donde cada pequeño gesto sabe a final,
zozobro, atado de pies y manos,
en la misma habitación sin luz.
Llanto ahogado en la almohada,
herida invisible que busca desesperadamente sanación,
como el cansancio de un viejo día que amanece
sin traer reposo ni regocijo.
Nada puede ahora hacer que nada se vuelva algo,
ni siquiera mis bienamados libros,
en los que tanta felicidad hallé otrora,
pues un silencio sin esperanza se cierne
sobre mi apatía y mi temor sin causa.
Estoy en exilio de mí mismo,
en el esplendor de mi juventud marchita,
abandonado a las alas grises del tiempo,
viviendo un momento que parece equivocado,
rodeado de amor, lleno de miedo.
Yo, que vivo estas cosas,
puedo contároslas aquí, sin miedo.
Solo esto puedo ofreceros:
algo de honestidad y unas buenas palabras
con las que desvelar la belleza oculta
que nos habita a todos,
sin saberlo.