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lunes, 8 de septiembre de 2014

A los poetas



El poeta no necesita amar para escribir.
El poeta se entrega a un sinvivir.
El poeta se hace cargo de su condición.
El poeta no escapa a su perdición.
El poeta es poeta (y por eso nos gusta)
porque vuelca la pasión
y aviva lo demás con un gesto de la pluma.
Allí donde los actos humanos eran sólo espuma,
él los proyecta en las conciencias y los sacraliza.
¿Qué tendrá el poeta que hipnotiza
con su suave canto a todo el mundo?
Hijo abandonado y sin rumbo,
amigo de la serenidad de los estanques,
huye del calor y del frío danzantes
en el desierto sin tregua de la vida.
Sabe construir su morada con caracolas y sonrisas.

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