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lunes, 23 de febrero de 2015

Diálogo en el templo



-Permite los latigazos de Fortuna.
-¿Cómo? – me dijiste abriendo mucho los ojos, con gesto de indignación-. Algo así es inhumano e injusto. No puedo tolerarlo. Nadie en su sano juicio puede permitir esto, y mucho menos dejarlo estar. Tengo que hacer algo para cambiar esta situación, tengo que liberarme de lo que siento. ¡Por Dios, no hemos venido a este mundo para sufrir!
Tus palabras exaltadas sobrevivieron en una reverberación que se fue perdiendo por las paredes del templo. Después, silencio.
-Tienes razón. No hemos venido a este mundo para sufrir. Podemos trascender nuestro sufrimiento.
-No creo que algo así sea posible –declaraste, mirando al suelo con aire de condenado. Luego me miraste con el rabillo del ojo-. ¿Cómo?
-Acepta de corazón tu destino y serás libre.

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