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miércoles, 18 de junio de 2014

Literatura para despertar.



Tras dar un suspiro, el escritor prosiguió:
-He escrito mucho con lágrimas, emborronando páginas y páginas con mi sufrimiento, esa arcilla negra con la que daba vida a mis personajes. No me ha valido de mucho contagiarlos con mi miseria, hacerlos moverse con los hilos de mi angustia y calcular minuciosamente su destino con esa imperiosa necesidad de control que siempre me ha caracterizado. La aritmética del suceso narrativo ha demostrado su fracaso ante la magia que supone no saber qué va a suceder en la historia; así he empezado a creerlo y así estoy tratando de escribir ahora.
Me he dado cuenta de que la verdadera poesía nace del estupor con que el escritor descubre la historia que está contando, como alguien que se hubiese perdido en un bosque y que solo contara con una linterna para orientarse. Sería absurdo pensar que los árboles heridos por ese haz de luz han sido creados por quien los ilumina. De la misma manera, el escritor tampoco debe vanagloriarse de haber creado algo genial, sino tal vez de haber alumbrado un poco lo que había en la sombra.
No trato de ser un revolucionario social, ni un líder religioso, ni un ego intelectual. Mi única pretensión es despertar a los demás, despertar sus conciencias hacia el misterio de lo que son, el misterio de lo que somos. La literatura debería ser un acto humano, un medio de conexión con los demás, esa intimidad que no conoce nombres y que aspira a explorar todo lo que somos y todo lo que es. Escribir es observar y deleitarse en la observación. No es buscar, es el siempre encontrar. No debe ser muy diferente del resto de actividades humanas: una forma como otra cualquiera de amar la vida. 

1 comentario:

  1. Qué preciosidad y que certeza hay en tus palabras. Estamos aquí para aprender y eso, querido Santiago es observar esta realidad perdonando y amando.

    Sigue porfa!

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