Vistas de página en total

sábado, 30 de septiembre de 2017

Tarde de amistad


                                                 A Mario F. Gude



Te sugerí sentarnos en la hierba
y fuimos al pequeño mirador,
sobre la entrada que conduce al templo.
Allí nos detuvimos
a mirar a la gente, a los coches,
a esa tarde sin nombre que regaba
el sol en nuestra nuca.
Rendimos confiadamente el cuerpo
a nuestra madre tierra
y la mirada se posó en el cielo.
Como un río brotaban las palabras,
nuestros labios cantaban sueños, miedos,
amores, desengaños y alegrías.
Mientras se desplegaba el diálogo,
la hierba se pegaba a nuestros codos
y a la camisa, y a la risa nostálgica,
y nos acariciaba la mirada
de una desconocida.
Compartiendo nuestras filosofías,
pude sentir esa felicidad
de sincerarse con un semejante
y afianzar la amistad.
Quien tiene un amigo tiene un tesoro,
si sus confesiones son de oro puro,
que entre amigos de veras
nunca se acepta el bronce.
Hablamos del pasado y del futuro,
pero la vida discurría allí,
en el parque inmortal,
y allí quiero quedarme
bajo cipreses que apuntan al cielo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario