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miércoles, 22 de noviembre de 2017

Alto don



A veces no me encuentro bien.
A veces algún que otro fantasma mental me asusta
y siento como si la vida me pesara
en toda su complejidad,
hecha de tiempo y de alfileres.
Entonces me abandono a esa intensidad insoportable
y observo el malestar sin huir de él.
Dejo que la emoción se diluya poco a poco,
como se diluye la espuma en el océano,
y elijo la paz de simplemente ser.
De ese modo, siento que puedo amar la vida,
no porque me traiga bienestar,
no porque la disfrute,
sino porque yo soy la vida,
la vida consciente de sí misma.
No hay locura más deliciosa,
ni más alto don 
que sentir la dicha de ser infeliz. 

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