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martes, 26 de diciembre de 2017

Sabia cocción



Ya vuelven los dolores de mi invisible parto.
Ya nacen los ardores que me incendian el alma.
Ya clarean los albores que anuncian mi pena.
Poco le importa todo esto al que ya se conoce
cada pulgada del proceso, sus pasos en falso.
Roba cada estrella del firmamento una nube
abominable que no se ve pero se siente.
Un rugido feroz surge de las entrañas
para sacudir los cimientos de la personalidad.
Mi otro yo en el espejo me mira fijamente,
impasible a estos seísmos interiores.
¿Qué extraña locura es esta que desconoce
lo conocido y conoce lo inconcebible?
-Nada, nada, no es nada -dicen los médicos.
-Todo, todo, lo es todo -dice la mente,
confundida y exhausta.
Este camino de mi vida
que se desdobla como la carretera
vista por unos ojos borrachos,
me va guiando ciegamente
al Amor sin par y sin dobleces,
a la Paz sin nombre y sin causa,
al cielo de los bienaventurados.
Se está cociendo, muy a fuego lento,
un glorioso despertar.

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